Con 77 años, Carlos Yoyo López Jubany fue designado como uno de los entrenadores oficiales de los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018. Es entrenador de Fiorella Chiappe y Guillermo Ruggeri, dos de las promesas del atletismo nacional. Su impronta; sus máximas como entrenador; sus sueños; la importancia de saber esperar a los atletas, cuidarlos y acompañarlos y de formarlos más allá del deporte; su énfasis en respetar el proceso y el desarrollo del atleta.
Aquel 9 de abril del 2017 el sol cubría la pista azulada del Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos. Santiago albergaba el Grand Prix Sudamericano de Chile y Guillermo Ruggeri competiría en los 400 metros con vallas. Atrás había quedado el decatlón, pero esa base proveniente de las pruebas combinadas era fundamental y determinante. Cuando conoció a su actual entrenador, Carlos López Jubany había sido claro: ‘Mirá, si querés te preparo en 4 con vallas. Es eso o nada’. Carlos o Yoyo, como le dicen sus conocidos, había examinado sus condiciones. Hacía tiempo que no trabajaba con corredores en aquella prueba. Había tenido velocistas, sí. Pero la mayoría habían sido menores o juveniles. Y junto a él y a Fiorella Chiappe, volvió a recordar trabajos anteriores. Es que Yoyo había sido atleta. Sus inicios datan de 1960 en el viejo Vélez Sarsfield, club en el que estuvo cuatro años. Era asmático y practicar atletismo lo ayudó a convivir con esa enfermedad pulmonar.

Al principio, 400 metros con vallas era un tanto demasiado. De joven se dedicaba, más bien, a los 100 y 200 metros llanos. Correr en 10 segundos y 9 centésimas la distancia en la que Carlos Gats posee el récord nacional le permitió acceder a su primer Nacional de Mayores, en Jujuy. Así fue desarrollando su carrera deportiva. De Vélez a River; de River a Sudamérica, club que organizaba los torneos Pierre de Coubertin en Parque Chacabuco. Un día le ofrecieron tomar un grupo de chicos que recién se iniciaban en el atletismo y fue un viaje de ida. “Yo no estaba capacitado para tomar gente de otro nivel. Tampoco me interesaba. Me interesaba formar. Trabajé mucho con menores, quienes tuvieron la suerte de poder ir a Mundiales. Ahora como culminación de toda mi actividad cuento con Guillermo Ruggeri y Fiorella Chiappe”, expresó el entrenador de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires.
Y, en paralelo, el profesorado de Educación Física. Aquello, hasta que se sintió absorbido y decidió alejarse de su faceta de atleta por un tiempo. Priorizó su formación y creció en su ámbito laboral: pasó de ser profesor en las escuelas a Supervisor de la Secretaría de Educación. Cuando logró organizarse, volvió a sus entrenamientos por la tarde.
Hoy designado entrenador oficial de los Juegos Odesur que se llevarán a cabo en Cochabamba, Bolivia, no siempre tuvo el camino allanado. Había estado en los Juegos Suramericanos en Medellín 2010 ya que tres velocistas que estaban bajo su mando habían sido seleccionados para competir en el certamen. “Pero después se produjo ese hueco, ese vacío y hay que saber esperar y seguir trabajando. Uno siempre espera ser reconocido. Me siento orgulloso de que Fiorella y Guillermo vayan y que se reconozca mi trabajo. De hecho, se ve que la Confederación lo interpretó así. Pero, yo siempre con mi escuelita. No hago otra cosa que la mia. Si me creen, bárbaro”, sostuvo uno de los propulsores de entrenar un solo turno. De esta manera, cree que la persona puede focalizarse en otras actividades y no estar todo el tiempo pensando en el deporte.
– ¿Cuál es tu escuelita?
– Mi escuelita es cómo entreno yo, qué quiero del atleta. Quiero que esté vivo, que esté sano, que estudie. El atletismo y el deporte tienen fecha de vencimiento. Y si el atleta piensa que porque hace deporte se va a salvar, no se va a salvar. Entonces yo quiero que lo hagan lo mejor posible, pero que estudien. Por suerte ahora tengo a dos atletas que están estudiando. Los chicos que yo tuve también estudiaban y ahora están recibidos. Eso es mucha satisfacción para mí. Que el día de mañana no me señalen como: ‘si mirá, hiciste la tuya, nos sacaste el buen jugo y ahora no servimos para nada’.
Se le dibuja una sonrisa de admiración cuando habla de su referente, su primer entrenador Fernando Lapuente, quien lo educó y le enseñó la manera en que entrena hoy a sus alumnos, cuidándolos y respetándolos.

– ¿Qué es lo más importante para vos como entrenador? ¿Qué creés que tiene que tener un entrenador sí o sí?
– Tiene que tener la paciencia de saber esperar, de no quemar etapas con el atleta, de no engolosinarse, de no pensar ‘bueno, ya tengo el campeón y lo voy a exprimir’ y quiero ver si en dos años yo soy el mejor entrenador y le digo ‘sí, es al revés’. Yo voy a llegar a ser el mejor entrenador si los sé esperar a ellos. Si yo los destruyo, los apuro, los rompo, el final va a ser totalmente negativo para el entrenador y para el atleta más porque es una frustración. Yo siempre los espero y los respeto en todas sus etapas evolutivas, sobre todo a Fiorella que es más chica. Guillermo con 26 años me permitiría, a lo mejor, ser un poco más exigente. Pero no porque sea un muchacho de 26 años es necesario lo que nosotros llamamos la paliza. No es necesario.
– Justamente, ¿cómo hacés para sobreponerte? Hoy estás entrenando a las mayores promesas del atletismo argentino. Imagino, en este país además que la gente opina y mucho, que todos te dicen lo que tenés que hacer. ¿Cómo hacés para seguir un camino y estar convencido de que es el camino correcto, sin marearte con todas las opiniones de afuera?
– Los resultados me lo demuestran. Yo el día que pase tal cosa que me demuestre que lo que yo hago está mal, y… cambiaré. Eso no quiere decir que sobre la marcha voy cambiando. Lo importante es estar convencido en el trabajo de uno. Yo estoy convencido que mi forma de ser me da resultados. El día que me demuestre lo contrario… Escuchar, escucho todo. Hablo con todos. Hablo con la gente que dice cinco veces por semana, los doble turno. Pero eso a mí no me preocupa. Yo, el día que me demuestren que lo que yo estoy haciendo está mal, yo sólo voy a ir cambiando. De hecho, por supuesto me voy actualizando y no repito los trabajos.

La dueña de los registros nacionales de heptatlón y 400 metros con vallas llegó a Yoyo por intermedio de su madre. “El atleta, a veces, te cae de suerte. Tuvo la desgracia de elegirme a mí”, recalcó entre risas. Durante su infancia, Fiorella había hecho deporte formativo en España. La fue probando en distintas disciplinas. Su progreso, su responsabilidad y su disciplina lo fueron motivando cada vez más. “El atleta que te cae es una torta que tenés que armar y saber qué ingredientes ponerle. Si le ponés los ingredientes equivocados, la torta te va a salir mal. Tuve la suerte de acertar con ella”, explicó.
Sin embargo, hubo un período en el que la vallista se alejó de Yoyo. Cuando volvió, estaba lesionada. Un problema en la espalda que tuvo que tratar por casi dos años y que aún hoy sigue de cerca. Eso sumado a la aparición de Guillermo Ruggeri en el equipo, determinó que Yoyo les propusiera encarar los 400 metros con vallas y dejar en un cajón las pruebas combinadas. “Gracias a la disciplina de ambos, me pude avocar de lleno a trabajar, preparar, planificar porque sabés que ellos te van a responder. De hecho, lo siguen haciendo. Son demandantes y siempre quieren más. Y eso lo obliga a uno a estar actualizado”, manifestó quien fue distinguido con el premio “Pierre de Coubertin” a finales de 2016. Así como ellos lo motivan a atenderlos, él está a la par de ellos buscando resultados.

– ¿Cómo es ser entrenador de atletismo de alto rendimiento en Argentina?
– Fácil no lo es porque tampoco están dados los medios. Si bien el ENARD y la Secretaría de Deportes brindan mucho apoyo, está el otro déficit: las instalaciones. No es sólo lo que nos brindan el ENARD y la Secretaría, que es sumamente valioso para los atletas, sino las instalaciones, los medios, la posibilidad de viajar al exterior, la chance de confrontar con otros atletas. Un chico que tiene cierto nivel necesita cierta competencia. Competencia de calidad.
Elástico en sus planificaciones, siempre está atento a cómo se siente el atleta. Que si tuvo una fiesta, que si se engripó, que si se acostó tarde. Todos esos son aspectos que influyen y modifican el plan. “Mi pregunta es ‘cómo estás hoy, qué te duele’. O de pronto estamos haciendo un trabajo y me dice: ‘Yoyo, no doy más’. Listo, basta. Si en ese momento no das más, no das más. No porque esté escrito hay que hacerlo. Porque eso es una fatiga. Y es difícil salir de una fatiga. Es más complicado salir de la fatiga que lograr eso. Así como es complejo cuando logras un estado activo, mantenerte. Pero es más difícil salir del pozo.”, concluyó el hombre quien vistió los colores del equipo nacional en los Sudamericanos de Buenos Aires 1967 y Quito 1969, entre otras experiencias internacionales.
No dudó al momento de afirmar que el entrenamiento invisible es tan importante, o más, que el entrenamiento activo. Para él, el descanso, lo que comen, qué vida hacen sus alumnos son fundamentales y argumentó que es complejo que los chicos puedan discernir la implicancia de eso en sus resultados. Por esta razón, explicó que no hay que privarlos de que disfruten un cumpleaños, pero tampoco pueden hacerse ambas cosas al mismo tiempo dado que no se disfruta ni una ni la otra. Debe coexistir un equilibrio entre el deportista y la persona.

Con 77 años, confesó que aún sigue aprendiendo de los atletas, que se hipnotiza con ellos, que se integra y que aprendió a manejar sus códigos. No le interesa la diferencia de edad con ellos sino que pone el énfasis en comprenderlos y en mantenerse informado.
Por el pasillo al costado de la pista auxiliar bautizada “Osvaldo Suárez”, Guillermo Ruggeri y el joven recordista Damián Moretta se encaminan en dirección al hotel Pedro Quartucci. Señalan, entre risas, y miran con detenimiento cómo Yoyo se defiende ante las cámaras. Hoy, el protagonista es el maestro y no sus pupilos.
– ¿Qué se le dice a un atleta cuando está lesionado o cuando las cosas van mal?
– Cuando están lesionados, que paren y que sepan esperar. El deporte da revanchas. Sobre todo, saber esperar. Respetar los dolores. Si algo te duele es porque algo estamos haciendo mal o porque fue accidentalmente. Saber esperar en la recuperación. Trabajar sobre una lesión no tiene sentido porque, a la larga, lo agravás. Es preferible esperar y el deporte da revancha.
– ¿Y qué se le dice cuando las cosas van bien? Por ejemplo, con los resultados de Fiorella o de Guillermo, como para que sigan entrenando normal, con los pies sobre la tierra.
– Que sigan trabajando así. Que no se apuren. Que no se engolosinen. Que no apuren los tiempos. Las marcas vienen solas, el desarrollo y el proceso del atleta, las diferentes etapas, no las podés apurar. Hay muchos chicos que he visto apurarse y no he visto que hayan terminado felizmente.
– ¿Qué le dirías a quien no conoce ni tu trabajo, ni tus atletas? ¿Qué es lo que te define?
– El atleta no hay que buscarlo, va viniendo solo. Y si te aparece un talento, no te marees. Trabajalo bien y si te aparece con ganas de trabajar, atendelo. Que no se engolosinen. Si te aparece un talento llevarlo, llevarlo, llevarlo, que los resultados llegan solos.

Como entrenador, como atleta, como persona, jamás faltan los sueños a cumplir. Tanto Fiorella como Guillermo le han dado muchas satisfacciones y aprendizaje. Uno de los más significativos fue el que le regaló el último campeón sudamericano de 400 metros con vallas, cuando rompió una marca histórica que Juan Carlos Dyrzka mantuvo en su poder durante 49 años. Nadie había logrado superar su registro desde el 13 de octubre de 1968 en México. Tres centésimas fueron suficientes para quitarle el reinado al referente y principal rival de Yoyo. No sólo eso. Porque a partir de ahí Ruggeri logró batir dos veces más su propia marca, asentando así su impronta.
– ¿Qué se siente haber entrenado a la persona que le rompió el récord a tu ídolo?
– Una alegría bárbara, por supuesto. Un poco de revancha también. Porque yo era corredor de 4 con vallas y hacía mucho que no trabajaba corredores de 4 con vallas. Si te digo lo que hago ahora y lo que hacía antes, me quedan tantas dudas de cómo hubiera sido si hubiera trabajado antes como ahora…Uno pone en el atleta la revancha que uno no pudo. Dyrzka realmente fue un talento. No era que te ganaba alguien de casualidad.
Fiorella también le obsequió grandes alegrías: su consolidación en los 400 metros con vallas y su progreso constante en los 400 llanos. No obstante, Yoyo sigue soñando. Es que su sueño como entrenador es estar en la tribuna de un Juego Olímpico y poder ver a Guillermo Ruggeri y a Fiorella Chiappe compitiendo. Y no está lejos. Tiene en sus manos a dos de los mejores atletas argentinos de la actualidad. Los números lo sostienen, lo confirman. Pese a que las marcas mínimas que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) exige para clasificarse a un Mundial o a un Juego Olímpico cambian con el correr de los años y dependen de cómo evolucionan los registros, tanto Fiorella como Guillermo hoy ostentan marcas que están muy cerca y dentro de esos parámetros. Sin ir más lejos, Cochabamba y Trujillo esperan por este dúo, que se ganó su lugar para hacerse presente. El atletismo nacional sigue creciendo porque tiene con qué.
Excelente entrevista!!! Felicitaciones !!!!
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Muchas gracias, Mati. Me alegro que te haya gustado.
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