Joaquin Arbe, el último corredor del pueblo

Joaquin Arbe acaba de ganar, con 46:27 los quince kilómetros de New Balance en Rosario. En eso no hay ninguna rareza: Con 27 años, Arbe es uno de los reyes indiscutidos del atletismo de fondo en Argentina. Después de una pubalgia que en 2017 le entregó algunos sinsabores, en 2018 no solo recuperó su mejor forma, sino que amplió su radar de dominio al lograr las mejores marcas en distancias, a priori, muy distintas, desde los mil quinientos (3:43.90) a los cinco mil (14:10) metros hasta el medio maratón, donde paró el crono en 1:04:11. Esos registros son, hasta el momento, los mejores que se han registrado en suelo nacional desde que comenzó el año. Además, en los tres mil metros llanos viene de cronometrar 8:12 en el CENARD. Para cualquier atleta, semejante margen de mejora en una brecha tan amplia constituiría una gema, pero para el chubutense es algo normal.

Su historia se remonta mucho tiempo antes de que le llegaran los laureles. Peón de albañil y diariero, Joaquín empleó todos los oficios posibles a su alcance para poder competir en el alto rendimiento, pero sobre todo para mantener a sus hijos, Maia y Emanuel. Campeón nacional en ochocientos, mil quinientos, cinco mil y diez mil metros y hasta de maratón, ahora se está enfocando en su sueño, estar en Tokio 2020, aunque lógicamente el tema del apoyo económico resuena en su cabeza. “Todavía no he preparado una distancia y sé que tengo todavía bastante por mejorar, la idea es tener una estabilidad económica que me permita estar tranquilo y correr más planificado”, dice. En 2017 la beca que le otorgaba el ENARD por dos años, cesó por algunas versiones, primero de un recorte presupuestario y después de una merma en su rendimiento, aunque de parte de la CADA nunca hubo confirmación de esta última versión. Injustamente, el último gran campeón del atletismo nacional se quedaba a las puertas de una correcta preparación. Gracias al apoyo de la Secretaría de Deportes de Esquel, la Lotería de Chubut y -la marca deportiva- New Balance, Arbe sobrevivió al cimbronazo y volvió con todo en 2018.

Joaquin Arbe es tenaz, en la pista, en la calle pero sobre todo en la vida. Padre de Maia y Emanuel, sus dos pilares, pasó por distintos oficios en el sur, desde peón de albañil a repartidor de diarios en Comodoro Rivadavia. Tuvo siempre a dos compañeros fieles en cada cosa que hizo, el frío y la montaña, factores que desarrollaron una fortaleza prácticamente impenetrable para sus rivales, potenciada por un remate envidiable en las carreras de larga distancia. Su versatilidad, sin embargo, puede que tenga que ver más con su fortaleza mental que con su ductilidad en las piernas. “Más allá del entrenamiento, creo que ser fuerte de mente es muy importante para aguantar esos momentos en donde las piernas te dicen que pares”. Sobre el primero de esos componentes, reconoce que “Actualmente entreno solo y mi rutina es diferente a cualquiera, desde las pasadas al volumen semanal de kilómetros o la pretemporada, va variando según el momento del año y cómo me sienta”.

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Joaquin Arbe, durante el último provincial de mayores en Córdoba, donde corrió como invitado. Ese día, su marca en 3000m llanos fue de 8:41. Foto: Steff Bch

Impredecible, Arbe colecciona sin embargo algunos momentos destacados en su carrera que pudieron haber sido un punto de inflexión. Los Sudamericanos y Panamericanos de 2009 (fue cuarto y sexto, respectivamente), el Iberoamericano de San Pablo en 2016 donde registró la plusmarca nacional del año y la cuarta en el permanente (8:40.21) en 3000m con obstáculos y ganó una medalla de plata, o sus campeonatos nacionales de maratón en 2014 y 2015, en Santa Rosa de La Pampa. A pesar de esos laureles y de su fulgurante presente de reinado absoluto en todas las distancias de mediofondo y fondo, según dice todavía no obtuvo respuesta de la CADA (Confederación argentina de atletismo, por sus siglas), menos recuperó la beca del ENARD. Y en the-fartlek contraataca: “La situación con la CADA está mal desde hace tiempo, yo estaba en el equipo para los ODESUR -que se realizan entre el 28 de mayo y el 06 de junio en Cochabamba- y decidí no ir porque no tengo el apoyo de ellos, me sacaron la beca del ENARD y hasta la obra social, entonces no quiero ir a pelear una medalla si no tengo el apoyo que necesito”.

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OTROS TIEMPOS. Joaquin Arbe, vistiendo los colores de la selección Argentina en el podio durante los últimos juegos Iberoamericanos en San Pablo (2016)

El domingo 03 de junio, mientras en Bolivia sus compatriotas estén compitiendo por la Argentina en los ODESUR, Arbe estará corriendo el medio maratón de Rosario, organizado por New Balance, su principal sponsor y sostén económico. “Ellos me apoyan y me dan un poco de seguridad para poder entrenar. Mi compromiso con la Selección va a quedar de lado por un tiempo por la falta de comunicación de la institución que nos representa, que ya ni siquiera me responden los mails”. Y aclara: “Sé que ahora hay nuevos dirigentes, quizás ellos hacen lo que pueden y tienen buenas intenciones, pero yo tampoco puedo hacerme cargo del desorden de ellos, no puedo arriesgarme a quedar a la deriva una vez más, mientras tanto tengo que seguir viviendo de este trabajo”.

“Pienso que puedo llegar a Tokio, la idea es intentarlo en maratón, trataremos de llegar bien al maratón de Buenos Aires, aunque también está la posibilidad de ir al maratón de Londres en abril, New Balance me cubre los gastos para poder estar ahí. Sé que en ambas pueden salir buenas marcas”

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Arbe, en el podio de los 15 km de Rosario, junto a Haro y Frencia. Foto: Running Time

El domingo 13 de mayo, un cuarto de hora después de haber cruzado la meta, Arbe charla animadamente con un señor que bien podría ser su papá. Es Marcelo Herbel, un rosarino que se le acercó antes de la carrera para manifestarle toda su admiración. “Te conozco y sigo de las redes sociales, tu espíritu de atleta es admirable”, le confiesa. Marcelo es uno más de los miles de seguidores que Joaquin acumula en sus cuentas de Facebook e Instagram. Al momento de desvirtualizar esos likes repartidos en entrenamientos en la montaña y medallas, aparece del otro lado un corredor llano, genuino, humilde, más bien callado pero con una fuerte dosis de empatía que no reconoce de corredores populares o colegas suyos de la elite del atletismo. “Le prometí al señor -Marcelo- que iba a regalarle mi musculosa cuando terminara de correr, cuando terminé me acerqué y lo hice”. Casi con lágrimas en los ojos, Marcelo con la musculosa llena de sudor y batalla de Arbe, una nueva batalla ganada. “Estas cosas te hacen más grande”, le dice Herbel.

Oscar “El Indio” Cortínez, uno de los mejores maratonistas argentinos de la historia, opina: “(Joaquin) es un diamante en bruto, un apasionado del deporte que le está dando la posibilidad a su familia de tener lo que necesita a fuerza de sacrificio propio. Es injusto que el ENARD le haya quitado la beca, pero estoy seguro de que él no se quedará quieto, va a demostrar que se equivocaron. Esto en él va a despertar una fuerza interior, extra a la que ya tiene”

Ese sureño indescifrable por momentos y previsible a la hora del disparo de salida, promete y cumple. Más allá de esos trofeos, de volver a empezar una y otra vez, de sus promesas como atleta, algo perdura en el espíritu de Joaquin Arbe y es ese inigualable rótulo de haberse convertido en el último corredor del pueblo. 

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LIDER. Arbe, liderando el pelotón de líderes en la última edición de los 15 km de New Balance en Buenos Aires (2016), por delante de Maldonado, Molina y Frencia. Foto: Diego Wiñitzky

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