Cuando Marquise Goodwin fue elegido por los Bills de Buffalo en el tercer pick del draft de 2013 ya cargaba con un suntuoso prontuario sobre sus espaldas, y no precisamente como jugador de fútbol americano. Aunque sus números en Texas A&M indicaban que había acarreado 120 pases para 1364 yardas y siete touchdowns, más una gran actuación en el Alamo Bowl de 2012 frente a Oregon State, su mayor cosecha había sido sobre el tartán y en salto en largo, con el pico más alto de su carrera también ese mismo año, gracias a su participación en el equipo estadounidense en Londres 2012. Mechando sus aptitudes para el fútbol americano con el atletismo, como universitario ganó el campeonato al aire libre de la NCAA en 2010 después de saltar 8.15 metros, título que repitió en 2012, previo a su clasificación para los Juegos Olímpicos. Ya en la NFL y como parte de los Bills, en sus primeros años cumplió con 49 recepciones para 780 yardas y 6 touchdowns. En 2017 firmó un contrato como agente libre con los San Francisco 49ers y el domingo 02 de febrero formará parte de la plantilla que disputará el Super Bowl LIV frente a Kansas City, en Miami.
Marquise Goodwin, en uno de sus saltos en Londres 2012 – Crédito: Kirby Lee-US PRESSWIRE
Lo curioso del caso de Marquise Goodwin es que en 2015, aprovechando el receso de la NFL, se tomó un recreo para participar de los Panamericanos de Toronto, donde obtuvo la medalla de plata después de saltar 8.27m. Sin embargo, esa no sería la última experiencia de Goodwin en el atletismo: en 2016 ganó la Diamond League de Birmingham en su disciplina. Dos años después retornó a la NFL y ya como receptor en la franquicia de Santa Clara, Marquise tuvo los números más altos de su carrera al atrapar 56 pases para un acarreo total de 962 yardas y dos touchdowns. En 2018 tuvo altibajos por problemas familiares, cuando junto a su esposa, la también saltadora Morgan Snow, perdieron a sus mellizos antes de nacer. Antes de que se lesionara el último 10 de diciembre, Goodwin jugó nueve partidos con San Francisco, acarreando un total de 186 yardas, 12 recepciones y un touchdown.
Marquise Goodwin con el uniforme de los 49ers – Crédito: 49ers
Los 10.19 conseguidos por Tyreek Hill en los 100 m del Golden South Classic de Florida en mayo de 2016 le habrían bastado para ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, aunque su mejor marca es 9.98. Muchos años antes de su rutilante presente en los Jefes de Kansas City, rivales de San Francisco el dos de febrero en Miami, Hill fue un destacado velocista en 100 y 200 metros que incluso llegó a ser bendecido por la prestigiosa revista Track And Field News, que lo señaló como el mejor atleta del año en 200 m. Cartas le sobraban: Además de sus 10.19 en los 100, ese mismo año mejoró su registro en 200 con 20.14, el registro más bajo para un juvenil desde los 20.04 de Ramil Guliyev en 2009, el atleta turco que luego se convirtió en una estrella de la pista (ganó el oro en los mundiales de Londres 2017). Semejantes plusmarcas llevaron a aquel joven de 18 años oriundo de Georgia a integrar el equipo norteamericano en el Mundial de Barcelona 2012, donde capturó la medalla dorada en la posta 4×100 y la de bronce en los 200m, distancia a la que llegó como líder mundial. Para terminar de coronar aquel año, fue elegido por el USA Today como All American Track And Field.
Tyrek Hill en el Mundial de Barcelona – Crédito: Brendan Moran
Salido de la escuela secundaria en Douglas donde comenzó a dar sus primeros pasos en el fútbol americano (sus récords fueron 67 pases atrapados, 5 touchdowns 956 yardas de acarreo), a Tyreek Hill en la Universidad lo esperaban sus mayores cosechas en ese rubro. Tanto en Oklahoma como en West Alabama combinó más de siete touchdowns en la posición de receptor, con actuaciones destellantes y algunos altibajos. Fue en Oklahoma donde sin embargo tuvo su primer episodio oscuro (no sería el último) relacionado con una acusación y posterior condena de trabajo comunitario por violencia doméstica contra su novia, que sin embargo no le impidió ser reclutado por Alabama. Ayudado por una descomunal actuación en el Alabama Day, “Cheetah”, apodo que se ganó por su velocidad, fue seleccionado en la quinta ronda del Draft de 2016 por Kansas City, que le firmó un contrato por cuatro años con 2.58 millones de dólares por temporada.
Rápidamente, desde su primera temporada como rookie, Hill cumplió en la posición de receptor abierto y especialista en retorno, destacándose con con 61 recepciones para 593 yardas de recepción y seis touchdowns por aire. En 2017 tuvo la primera elección para el Pro Bowl y protagonizó la ofensiva que llevó a Kansas a la postemporada, mientras que en 2018, el año de la explosión de Patrick Mahomes en el equipo, volvió a consagrarse como uno de los mejores jugadores de la liga, colándose otra vez en el Juego de las Estrellas. La temporada 2018 para Hill fue muy exitosa, acarreando 1479 yardas y 12 touchdowns y llegando al juego de Campeonato de la AFC que finalmente perdieron en un dramático 31-37 frente a los Patriots, que serían luego los campeones de la NFL. Al 2019, Cheetah lo empezó señalado por sus inconductas y problemas de violencia. En una investigación que se le abrió en su contra por una denuncia de su ex pareja, Hill fue sospechado de violencia hacia su hijo de tres años, más precisamente por una fractura en su clavícula. Meses después, mediante un audio, esa denuncia fue desestimada con un cambio de carátula a accidente doméstico. La temporada de ese año, mientras la NFL debatía si lo liberaba también de culpa y cargos, fue de menos a más para Tyreek Hill. Recién en la semana 9 frente a los Minnesota Vikings superó las 100 yardas en un juego, puntualmente 140 con seis recepciones y un touchdown. Ya absuelto por la liga y el comisionado Roger Goodell, culminó los playoffs en el Juego de Campeonato de la AFC que ganaron frente a los Titans de Tennessee, donde obtuvo 67 yardas con cinco pases de recepción y dos touchdowns. El domingo 2 de febrero, en Miami, tendrá la posibilidad de correr una vez más frente a sus detractores, cuando dispute el Super Bowl LIV frente a San Francisco.
Hill, pieza clave de Kansas City Chiefs – Crédito: Reuters
Otros notables del atletismo y la NFL
En Estados Unidos, la vasta oferta educativa está atada de manera inexorable al crecimiento y desarrollo deportivo desde temprana edad. Aunque en relación a ingresos per cápita, dividendos en televisión y venta publicitaria, difusión y afición puedan parecer disciplinas que están en las antípodas, la distancia entre el atletismo (sobre todo velocidad), y la NFL es exigua y las estadísticas están plagadas de jugadores que han triunfado sobre el tartán, y viceversa. Mecanismos de destreza física y potencia, procesos fisiológicos que mejoran la resistencia a la velocidad y biomecánica privilegiada para esquivar rivales y correr hacen que atletas con pasado en el atletismo escolar, la NCAA o el profesionalismo, opten por el fútbol americano para hacer crecer sus arcas económicas. Marquise Goodwin y Tyrek Hill, ambos rivales del próximo Super Bowl, son apenas dos de los muchos jugadores que sobresalieron en ambas disciplinas. Bob Hayes, de Florida A&M, trasladó su suceso de la pista, donde ganó los oros olímpicos en 100 m y 4×100 m en 1964, a los campos de futbol americano, cuando como receptor obtuvo en 1971 el Super Bowl VI con los Cowboys de Dallas. Antes de jugar en los Raiders como receptor abierto, James Jett fue siete veces All-American en pista y ganó un oro olímpico en Seúl 1988 junto a sus compañeros en el relevo 4×100. Su velocidad en el tartán también pasó a la cancha, donde tuvo 256 recepciones, 4417 yardas y 30 touchdowns.
Michael Bates en el equipo estadounidense en los Juegos de Barcelona 92’ – Crédito: George Long / USA TODAY SPORTS
Por diferentes motivos, Michael Bates fue uno de los jugadores más exitosos de la NFL con paso previo por el atletismo. Campeón de 100 y 200m en 1990 y 1991, la cúspide de su carrera en el atletismo llegó en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde ganó el bronce en los 200m. Antes, en la ronda clasificatoria, había superado a un tal Carl Lewis, la leyenda viviente de la velocidad que también tuvo un coqueteo con la NFL al ser reclutado por los Dallas Cowboys en la 12ª ronda del Draft de la NFL de 1984. Bates fue seleccionado en la sexta ronda del draft de 1993 por Seattle Seahawks antes de jugar en otros cinco equipos, totalizar más de 9000 yardas y elegido para cinco Pro Bowl. Willie Gault fue medallista olímpico en la posta 4×100 estadounidense de 1980 antes de ser seleccionado por Chicago Bears, donde luego pasaría a la posteridad como el receptor abierto que ayudó a los Osos a ganar el Super Bowl de 1985. Luego de su célebre paso por la NFL, Gault continuó corriendo y hoy ostenta el récord master de 45-49 años en 100 metros con 10.72, una marca envidiable para cualquier mortal.
Michael Bates, con el uniforme de Carolina Panthers
En 1952, Ollie Matson hizo lo que ninguna futura estrella de cualquier deporte haría hoy en día: renunciar a millones de dólares por la gloria olímpica. Antes de firmar con los extintos Cardenales de Chicago, Matson ganó el bronce en 400 m y la plata en 4×400 en aquellos juegos de Helsinki. En la NFL, además de Chicago, jugó para los Lions de Detroit, Los Angeles Rams y Philadelphia Eagles. Terminó en el Salón de la Fama con 12,884 yardas combinadas, 5,173 yardas por tierra, 222 recepciones y nueve touchdowns. Raghib Ismail (estrella en Notre Dame, velocista y luego WR en Raiders, Cowboys y Panthers); Eric Metcalf (saltador en largo y competidor en las pruebas olímpicas del 88’ en las que enfrentó a Carl Lewis, luego se convirtió en una estrella de Cleveland Browns); James Trapp (ganador del trofeo en 200m de la NCAA representando a Clemson antes de convertirse en olímpico en Barcelona 92’ para luego jugar en Los Angeles y en Baltimore, donde ganó un Super Bowl) fueron algunos de los mejores jugadores de todos los tiempos que triunfaron en ambas disciplinas. Otro de los casos más conocidos es el de Julio Jones, el receptor abierto de Atlanta Falcons que supo encandilar a la NFL en la temporada donde resultaron finalistas del Super Bowl LI que finalmente perdieron frente a los Patriots en una remontada histórica de los de Bill Belichick. Jones, como tantos de sus predecesores, fue una estrella de la secundaria en salto en largo y salto triple, además de correr en 21.79 los 200m.
Ollie Matson compitiendo en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952
La lista es grande y continúa. El periodista especializado de atletismo del blog LetsRun, Johnatan Gault, escribió un dato revelador: 8 de las 9 mejores elecciones del draft de 2017 (88.9%) y al menos 19 de las 32 en la primera ronda (59.4%) fueron atletas de pista y campo en la escuela secundaria. Entre ellos se encuentran jugadores que hoy destacan en la liga como Jamal Adams o Solomon Thomas. Adams, elegido en el sexto pick por los Jets, fue uno de los mejores jugadores defensivos de 2018 que años antes, en Texas, corrió 10.89 en 100 y 21.94 para los 200 metros. Solomon Thomas, tercera elección de primera ronda en el draft de aquel año, no sobresalió como lanzador en su escuela de Texas, aunque sí registró números sorprendentes para su estatura y contextura física en distancias de medio fondo, tanto en una milla (1609m) como en 3200m, con 4:46 y 10:09 respectivamente. Thomas, hoy un defensivo de 1.90m de estatura, también saldrá a jugarse el anillo con los 49ers. Sin embargo, el caso más llamativo de aquella ronda de selección fue el de Marlon Humphrey, hoy con un buen presente en Baltimore Ravens. Humphrey corrió 13.24 en los 110 con obstáculos para conseguir un subcampeonato mundial juvenil en el 2013 y ganó el meeting de New Balance Nationals corriendo los 400 con vallas, en los que además registró un tiempo de 55.56. Adoree Jackson, esquinero de los Titans, fue otro de los elegidos en ese año que distinguió en el colegio secundario como un saltador en largo -el segundo mejor de Estados Unidos en 2014- dos veces seleccionado All-American y llegando a competir en los trials de Río 2016, donde terminó décimo. Jackson, además y como no podía ser de otra manera, también corrió en los 100 metros llanos con una mejor marca de 10.44.
La lista es todavía más extensa y el buen rendimiento en el atletismo de pista y campo, que constituye el deporte madre por excelencia, casi seguro augura un buen desempeño en otras disciplinas como el futbol americano, el béisbol o el basquetbol.